Los ecos del ‘antenicidio’

La compra de Antena 3 de Radio por parte del Grupo Prisa en 1992 fue declarada ilegal por el Tribunal Supremo en el año 2000 y dejó para la historia del periodismo español una de sus páginas más negras

Roberto Lagartos | Reportaje Especializado

antenicidioA Federico Jiménez Losantos todavía le duele, José María García saca el tema cada vez que le ponen un micrófono delante, Antonio Herrero se fue demasiado pronto como para poder seguir quejándose y Luis Herrero tiene claro que Mario Conde estuvo detrás de la operación con el dinero de Banesto.

 

De todos aquellos que “supervivieron”, -como dice García- al ‘antenicidio’, a la compra y posterior concentración-absorción de Antena 3 de Radio por parte del Grupo PRISA, algunos todavía siguen en activo. Jiménez Losantos acaba de celebrar la mayoría de edad de Libertad Digital, el medio que fundó en el año 2000 para poder “seguir diciendo la verdad cuando todo se tuerza”. La cosa se torció para el turolense en 2009, cuando la cadena COPE le despidió de mala manera, “me tiraron por el balcón”, le diría a Ana Rosa en su programa de Telecinco por esas fechas, tras años de liderazgo en La Mañana radiofónica de la cadena de los obispos. Luis Herrero le seguiría la estela en esa nueva esRadio, nacida al calor del grupo Libertad Digital en 2013, tras su periplo político como eurodiputado del PP en Bruselas. Pero antes de la trinchera de esRadio y de las blasfemias de la COPE, Antena 3 de Radio era el bastión de muchos de los periodistas que conformaban el llamado “sindicato del crimen”, mote que les dedicó su más directa competencia, el Grupo PRISA de Jesús Polanco. En aquella emisora, propiedad del Conde de Godó, hasta su ‘antenicidio’, también convivieron en la mañana, el creador del estilo que años después heredaría Jiménez Losantos en la COPE, Antonio Herrero; y en la noche, José María García, ‘SuperGarcía’, acumulando cifras millonarias tanto en oyentes como en números de su cuenta bancaria.

Antonio se murió en 1998, mientras hacía submarinismo en su Marbella natal. Algunos llegaron a decir incluso que lo suyo fue un asesinato (la crispación política que se generaba desde los micrófonos era mucho mayor que la que tenemos hoy en día), cosa que siempre han desmentido los que fueron sus más allegados. El caso de García es paradigmático. Su lucha contra el que bautizó como “el imperio del monopolio” (el Grupo PRISA), le llevaría incluso a abandonar la hegemonía de la que gozaba en la cadena COPE, a la que aterrizó en 1992 tras el ‘antenicidio’, para desarrollar una “multimedia por la derecha”, según García, en contra de la dominancia de la empresa presidida por Polanco. Esa supuesta multimedia que nunca llegó a buen puerto estaba formada por: un periódico, El Mundo de Pedro J; una emisora de radio, Onda Cero; y una televisión, Antena 3, las dos con Telefónica como principal accionista. Aquella aventura no saldría bien, porque como dijo García, no existía la aprobación del Gobierno de Aznar.

Pero, ¿por qué fue tan grave el ‘antenicidio’, para que más de 25 años después del hecho, todavía se siga hablando del mismo? Antena 3 de Radio fue una cadena de emisoras que nace en Madrid en el año 1982. La estructura accionarial estaba compuesta por Javier Godó, el Conde de Godó, Grande de España, famoso empresario de comunicación vinculado sobre todo al diario La Vanguardia, que apostó en esos primeros incipientes años de la democracia por el negocio de la comunicación. No solo sería el momento de Antena 3 de Radio, Godó también participará en la creación de Antena 3 TV, para posteriormente, deshacerse de la empresa, tal como lo hiciera con la Radio, al venderla en 1992 al Grupo Zeta de Antonio Asensio, que ascendería a la presidencia. El caso de la tv no traería excesiva cola, pues el normal desarrollo de la empresa siguió su curso (la prueba es que hoy día sigue en pie bajo el control del Grupo Planeta en el conglomerado Atresmedia), no así el de la radio.

Javier Godó vende en 1992 su parte del accionariado (un 52% del total de Antena 3 Radio) al Grupo PRISA. Aquel hecho provocó que los primeros espadas de la cadena de emisoras abandonaran Antena 3 por su claro desencanto hacia la figura de Jesús Polanco y el Grupo Prisa. En aquel momento, Antena 3 de Radio era la primera cadena de radio en cuanto a oyentes, por encima de la cadena SER del Grupo PRISA. Es la única vez en la historia de España que la SER no es la más escuchada según el Estudio General de Medios. Los famosos periodistas entendían que con la entrada de Polanco en el accionariado de la emisora, y con él, su línea editorial (próxima al gobierno de Felipe González,) iban a “matar” Antena 3, coartando de alguna manera la pluralidad informativa del país. Sin embargo, al margen de todas las estrellas mediáticas, que como hemos contado no tuvieron demasiados problemas para encontrar hueco en la parrilla radiofónica, no fue tan sencillo para los que conformaban el grueso de la cadena de emisoras de Antena 3, repartidas por todas la geografía española. Esos técnicos, periodistas, locutores varios, no tenían ni idea de qué iba a ocurrir con su futuro. El run-run de la época parecía indicar que finalmente un agente externo iba a comprar la emisora. No estaban claros los motivos, pero sobre todo, no estaba nada claro en qué posición les iba a dejar a los trabajadores de Antena 3 una vez se cerrase la compra.

Federico Gallego fue director de programas de Antena 3 Radio Valladolid en la década de los 90, además de presentar el magazine principal matutino de la cadena. Recuerda toda esa incertidumbre del momento de la compra y reconoce que el trasvase que tuvieron que hacer algunos a causa de la absorción fue aún más traumático. “Aquellos que llegaron a la SER a trabajar eran vistos como los derrotados. No solo en la teoría sino también en la práctica, ya que los que tenían un puesto de responsabilidad en Antena 3 pasaban a ocupar otro mucho menos importante en la nueva emisora”, apunta Federico. Estas nuevas condiciones contractuales hicieron que muchos de los trabajadores de Antena 3 dejasen la radio para buscarse otro trabajo. “Los jefes fueron los únicos que no tuvieron problema. El director de Antena 3 en Valladolid nunca nos dijo lo que estaba pasando. Poco tiempo después era nombrado jefe de la SER en Valladolid. Los que lo sufrimos fuimos los “curritos” de toda España, que éramos los que dábamos sentido a esa emisora”. A pesar de los amargos recuerdos, Federico reconoce que aquella etapa de Antena 3 fue muy especial: “Es la mejor época de los medios de comunicación en España. Teníamos libertad total y cobrábamos unos sueldos de la leche. Luego en la SER todo fue distinto porque llegábamos a trabajar en otras condiciones. Yo me marché cuando surge la oportunidad de trabajar en el gabinete del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva”.

Al principio, en 1992, cuando se efectúa la compra del paquete de acciones de Godó y el Grupo PRISA entra en el accionariado de Antena 3, las emisoras siguieron funcionando con normalidad. Se mantuvieron las emisiones y algunos de los locutores que se encontraban a la sombra de los que finalmente decidieron partir, encontraron su momento para destacar. Es el caso de Javier Ares. El periodista vallisoletano, que llevaba toda una vida ligada a José María García en los deportes, ascendió a jefe de su sección en Antena 3 de Radio. “Los que decidimos quedarnos lo meditamos muy mucho. En mi caso concreto, lo hice por toda “la tropa” que trabajaba en Antena 3 y que quería seguir con el mismo equipo, pero para mí hubiese sido mucho mejor irme a la COPE con García, que siempre me trató muy bien”, recuerda Ares. Su caso es diferente al del común de los trabajadores que militaban en Antena 3, pues ya era “jefe” por aquel entonces, pero aun así reconoce lo irregular del proceso: “Fue una compra aberrante”.
Aquella compra, a pesar de ser legítima desde el punto de vista mercantil, supuso un antes y un después en la historia del periodismo español y de la radio en particular. Antena 3 de Radio había nacido prácticamente de la nada, hasta convertirse en la primera cadena de España, apenas 10 años después de su nacimiento. Algo que Javier Ares califica de “fenómeno de la comunicación” y que tiene una connotación especial para distinguirlo de un negocio más. “Fue un ‘antenicidio’ porque los propios tribunales determinaron que se hicieron maniobras irregulares. Son los vaivenes del negocio. El grupo Prisa, que había tenido la hegemonía de la radio en España, vio como Antena 3 le mojaba la oreja con infinidad de menos postes”. En opinión del famoso locutor: “Por eso Prisa compró Antena 3 tras llegar a un acuerdo económico con el Conde de Godó, con el objetivo no de comprar una emisora sino de cerrarla. Fue un golpe bajo en toda la línea de flotación a una empresa que era un verdadero milagro en las ondas”.

Es por ello que sería injusto resumir todo el caso a una compra mercantil, que como hemos dicho puede ser cuestionable, más si tenemos en cuenta que lo que estaba en juego era un medio de comunicación, y el más escuchado de España nada menos. El caso alcanza una dimensión distinta dos años después, en 1994, cuando el Consejo de Ministros autorizó la concentración de emisoras, por medio de una operación que el Tribunal Supremo declararía ilegal en una sentencia del año 2000 tras el recurso presentado por algunos de los periodistas que ya mostraron su descontento con aquella compra en 1992. Su argumento fundamental es que se debió haber garantizado la libertad de información que promulga el art. 20 de la CE en un proceso como fue el del ‘antenicidio’, enmarcado exclusivamente en el ámbito de libertad disfrutado por la empresa informativa dentro de una sociedad democrática. Sobre esa teoría, Saúl Ramos Magdaleno firma una tesis doctoral en la que realiza un análisis sobre la injerencia política y la libre competencia de la empresa informativa a partir del caso concreto del ‘antenicidio’. De sus conclusiones podemos deducir que este episodio es algo muy distinto a una simple compra mercantil en la que unas emisoras (o postes) pasan a formar parte de otra empresa. Aquí se vislumbra una injerencia política no tanto en el año 1992, cuando se produce la entrada en el accionariado de Antena 3 el grupo Prisa, sino en el año 94, cuando el gobierno socialista certificó la entonces llamada “concentración de emisoras”. Este hecho insólito en la historia del periodismo español provocaría una reacción en cadena de la mayoría de los profesionales que habían abandonado Antena 3 de radio dos años antes. Los García, los Herrero, Los Jiménez Losantos, y algunos otros miembros de la AEPI (Asociación de Escritores y Periodistas Independientes), los mismos del “sindicato” como Pedro J. o Manuel Martín Ferrand llevaron la cuestión al Supremo, que resolvería favorablemente para los demandantes, obligando al Grupo Prisa a deshacer la concentración. Pero a quién le iban a devolver las emisoras, si Antena 3 de Radio ya no existía. La sentencia quedaría sin ejecutarse durante años (esta vez bajo la pasividad esta vez del gobierno del PP), hasta que en 2005, un nuevo gobierno, socialista, promulga la Ley 10/2005, de 14 de Junio de Medidas Urgentes para el Impulso de la Televisión Digital Terrestre de Liberalización de la Televisión por Cable y de Fomento del Pluralismo. Además de todo lo dicho, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, según Saúl Ramos: “la ley incluyó también la modificación de los apartados de la disposición adicional sexta de la LOT (Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones de 1987), que imponían límites concretos a la concentración. Éste cambio normativo surgido de la necesidad de “resolver un problema” según palabras del propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al ser preguntado por el vínculo entre la modificación legal y la sentencia del Supremo pendiente de cumplimiento desde el año 2000, desencadenó el final de un largo proceso que necesitó en 2006 de una nueva autorización del Consejo de Ministros para la compra de Antena 3 por Unión Radio, subordinando ésta a la venta de cinco emisoras”. En virtud de esta Ley, el Tribunal Supremo motivó un auto en 2007 con el que rechazaba las pretensiones de los famosos periodistas, que se negaban a que la sentencia del 2000 quedara sin ejecutarse. El Alto Tribunal entendió que a causa de la ley, la cuestión planteada ya no venía al caso y que de una forma u otra, Prisa o mejor dicho, Unión Radio (que nació en 1994 bajo el propósito de aunar las dos emisoras: SER y Antena 3) ya no “controlaba Antena 3”. Una serie de grupos de comunicación españoles de calado como Recoletos, Vocento o Telecinco emitieron conjuntamente un comunicado quejándose por la ley, acusando al Gobierno de modificar las limitaciones de frecuencias “sin una necesidad aparente más que la de favorecer a un grupo de comunicación que tuvo problemas judiciales en el pasado por su elevada concentración de frecuencias”. Efectivamente, la ley favorecía el reparto de emisoras e, irónicamente, algunas empresas se verían favorecidas del asunto como con las fusiones de Telecinco y Cuatro en 2011 o la de Antena 3 TV y La Sexta. Tras aquella resolución judicial de 2007, el caso quedó totalmente cerrado y apenas se recuerda salvo en gloriosos aniversarios.
Queda por pensar si en el citado año 1992, cuando los principales locutores de Antena 3 se fugaron a la COPE, entre otras, hicieron todo lo posible para evitar el ‘antenicidio’. Aunque dicen las malas lenguas que el propio Polanco les “compensó” para que el trasvase no fuera tan doloroso, su periplo judicial se prolongó durante más de 20 años para que el caso no permaneciera en el olvido. Sin embargo, como en otros muchos casos, un resquicio legal dejó el crimen del ‘antenicidio’ sin esclarecer y a la gran mayoría de trabajadores de Antena 3 de Radio, en última instancia, sin trabajo. Por no hablar del pluralismo perdido, y del impacto directo sobre la ordenación del mapa radiofónico español dominado, gracias en gran parte a la actividad y pasividad de los poderes públicos en este asunto, por el grupo PRISA y la cadena SER en términos de audiencia e inversión publicitaria ininterrumpidamente desde la última década del siglo pasado hasta nuestros días.

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